domingo, 4 de abril de 2010

El Liderazgo decadente, consecuencia o herencia

por Antonio J. Fernández de Oliveira - antjfer

En estos días fui a la librería a ver que libro interesante podía conseguir. En la mesa central, donde colocan los últimos libros que llegan de las editoriales, encontré un libro de Francisco Herrera Luque, Viajeros de Indias. Leí los comentarios que aparecen en la contracubierta, me llamaron la atención, decidí leerlo. Los comentarios me indicaban que en ese libro podría conseguir algunas de las respuestas que he estado buscando acerca de los orígenes de la cultura venezolana, y por lo tanto, la situación actual del país.

Quien escribe un libro expresa sus puntos de vista, su análisis personal, su manera de ver la vida, sin embargo, el libro Viajeros de Indias, está soportado por estadísticas interesantes, datos reales. El libro representa más que la percepción del escritor o su apreciación más noble, es el resultado de un análisis concienzudo e histórico, un libro escrito en 1961. La realidad que describió el Dr. Herrera Luque, en 1961, no está lejos de la realidad de la Venezuela del siglo XXI, así como tampoco, la realidad de la Venezuela de los siglos XX, XIX, XVIII, XVII, XVI. El libro es tremendamente interesante por la cantidad enorme de información histórica, y de personajes, que van desde la época de la conquista hasta tiempos más recientes. El Dr. Francisco Herrera Luque, psiquiatra, sugiere que muchos de los problemas de la Venezuela actual radican en la salud mental de los conquistadores, y del producto de la mezcla que éstos generaron en las generaciones subsecuentes. Refiere, además, el tema de la familia y de la ausencia del padre en el hogar. Al margen de que no estoy calificado para evaluar la salud mental de ningún semejante, excepto quizás de algunos pocos que por el contacto cercano llegan a exhibir de manera escandalosa sus patologías mentales evidentes, no hay duda que coincido con lo escrito por el Dr. Herrera Luque, en que la génesis cultural del país sembró las bases de algunos valores y creencias que hoy nos hacen padecer.

Acostumbro a referir la amnesia histórica que padecen muchas personas en Venezuela. Si en un país los problemas sociales se repiten por décadas, por siglos, el problema no puede ser exclusivo de los gobernantes, tiene que ser de los gobernados, que es de donde también salen los gobernantes. Entonces, el problema está en la gente, en nosotros, no porque el venezolano tenga características genéticas erradas, sino porque parte de la cultura que ha sido impartida, empezando en el hogar, está errada. Luego el comportamiento colectivo es errático, pero comúnmente aceptado como normal.

El problema que tenemos, aún hoy, radica en reconocer ¿en qué? no estamos bien como sociedad. Me parece que no hacen falta evidencias para que uno se dé cuenta que lo que sucede en Venezuela carece de una normalidad saludable. Sin embargo, mucha gente actúa como si muchas cosas fueran normales, "así somos", gritará alguno con una sonrisa, pero la realidad es otra, muchos comportamientos son reprobables, no sólo por la moral, que no es el tema, sino por los resultados negativos que producen. Entonces, o no nos hemos dado cuenta de cuál es la base de nuestro problema social, o si lo sabemos, pero somos unos sinvergüenzas que no queremos el país donde nacimos y donde vivimos. Este es un tema difícil de discutir, pues toca la fibra de muchas personas, más aún de aquéllas que se consideran intachables.

Debemos empezar por el principio, reconociendo que hay valores y creencias que se deben corregir, por la simple razón que no funcionan, que generan caos. Tiendo a pensar que la cultura tiene un peso fundamental en el comportamiento colectivo y la manera de ver la vida de sus individuos, que la mayor parte de las personas de este país no se dan cuenta del daño que se hacen a sí mismas. La cuestión en discusión es algo así: "si no identifico nada malo en mí, tampoco considero que deba cambiar nada". Por lo tanto, todo sigue igual, ah!... pero la culpa de que las cosas no estén bien en el país siempre es de otro, contra alguien hay que ensañarse. Parte de la irresponsabilidad que ya he referido en el artículo “La Responsabilidad es de Todos”.

Ahora bien, si el colectivo no está en la capacidad de identificar sus errores, uno espera que los “líderes” emprendan esa labor de cambio social positivo… es cuando uno se pregunta: ¿Qué es un líder en el contexto venezolano? ¿Qué es un líder auténtico? ¿Cuál es el tipo de líder que nuestra actualidad demanda? ¿Hasta dónde el líder puede ser auténtico perteneciendo a un partido político? ¿Puede un líder auténtico ser efectivo en una sociedad como la nuestra?, y muchas otras preguntas que pueden surgir.

El cambio cultural

Si llega alguien que nos dice que estamos equivocados en la manera de comportarnos, o nos dice que tenemos creencias erradas, o que algunos de nuestros valores no son los correctos; lo más probable es que lo rechacemos de manera tajante. Posteriormente, aunque nos haga ver que estaba en lo correcto, nos resistiremos, porque es chocante que venga alguien a intentar cambiar nuestra manera de hacer las cosas "¿acaso se creerá mejor que yo?", "¿quién se cree éste que es?"… en fin, muchas cosas pasarán por nuestra mente, todas son una resistencia natural al cambio cultural.

La Vida es como nos enseñan que es, hasta que descubrimos lo contrario. Cuando nacemos tenemos unas características genéticas, y no sé hasta que punto, unas características mentales particulares, pero es a través de la educación impartida en el entorno donde nos criamos, donde fijamos nuestra manera de ver la vida, adquirimos costumbres, valores y creencias; es decir, adquirimos una cultura. Como escribí en el artículo “Valores Universales y Virtudes Humanas, referencia fundamental”, La Familia representa nuestra génesis cultural, nuestras primeras enseñanzas, es de nuestra casa de donde copiamos la mayor parte de nuestros comportamientos, luego influyen la escuela, el liceo, la universidad, etc. y por supuesto, la sociedad en donde vivimos, porque usted no puede meterse en el mar y no mojarse. Ahora bien, si nosotros sentimos, vivimos e identificamos que nuestro país no funciona positivamente, entonces, ¿qué debemos hacer?. O nos conformamos con decir, como he escuchado tantas veces, “esto no tiene remedio”, “este país está echado a perder”, “no se puede confiar en nadie”, bla, bla… , es decir, que estamos a la deriva esperando un milagro, o un desastre; o me pregunto, si por el contrario, deberíamos decir, ¿qué podemos hacer para que nuestro país funcione mejor?, ¿qué debo hacer YO para que mi país mejore?. Creo que una gran cantidad de venezolanos sabemos que aspectos de nuestra vida cotidiana no son correctos, pero nos hacemos los vivos (o los tontos), porque la viveza es un valor de nuestra cultura. No hacemos las cosas de una manera diferente porque en el entorno no conseguimos la moral social para hacerlo. ¿Hasta cuándo esto va a ser así?

Necesitamos verdaderos líderes que fomenten el cambio, pero sobre todo, necesitamos venezolanos que apoyen a estos líderes a lograr los cambios urgidos, de lo contrario, nada cambiará, nuestra resistencia al cambio será mayor y la crisis se mantendrá (o empeorará). Hay que tomar en cuenta que muchos políticos si son inteligentes (aunque parezca lo contrario), astutos, y muy vivos también, y si conocen al pueblo que tienen enfrente, y sus realidades, así como también saben aprovecharse de las debilidades del pueblo para su provecho personal.

Aún hoy, comenzando el siglo XXI, los venezolanos están divididos por una línea de intereses particulares, pero siguen unidos por la misma cultura. Para mí los comportamientos sociales de la llamada V República son los mismos de la llamada IV República, y por lo que relatan autores como Francisco Herrera Luque, son los comportamientos de siempre. Veo venezolanos adversando a este gobierno con críticas ciertas, pero sin tener la moral para hacerlo. Por otra parte, veo venezolanos cercanos a este gobierno viviendo en una ostentación grosera y difícil de justificar (además de ser contraria a un Socialismo duro). Es decir, cada quien protege sus intereses, el país como colectivo que se j…orobe. Al final, los venezolanos que tienen recursos ya tienen un plan B fuera de Venezuela, hecho con recursos venezolanos; y los que no tienen los recursos, o quieren emigrar, o se aguantan, pues no les queda otra. Entonces me pregunto: ¿en vez de estar trabajando en otro país, para otros intereses, no deberíamos estar arreglando este maravilloso país? ¿en vez de estar regando talento profesional por el mundo, no es mejor invertirlo en Venezuela que es donde se formó la gente, y donde se debería invertir el conocimiento aquí adquirido?

La resistencia absurda no llevará nunca a resultados positivos, la moral cae abruptamente, lo indeseable se hace inevitable. Un cambio cultural en Venezuela será complejo de lograr (una de las razones es la renta petrolera), pues el venezolano a través del tiempo ha votado por el candidato que se parece más a la "mayoría", el que le conviene (que use lenguaje soez, que sea “bonchón”, que sea simpático, que sea pana, que muestre ser “arrechoncito”, que sea flexible en extremo… corrupto tal vez, y si tiene fama de tener al menos un segundo frente… mejor; ése es el propio). Es allí donde el rol de líder se pone en tela de juicio, de nuevo ¿qué es un buen líder? Aquí vuelvo a hacer referencia al libro Viajeros de Indias y la herencia de los antepasados coloniales en la sociedad venezolana actual, incluyendo, por supuesto, la influencia en sus “líderes”, en sus gobernantes.

El Liderazgo decadente, una realidad indeseable

Líder debe ser aquél que por influencia, carisma, o por autoridad técnica, conocimiento, es capaz de conducir a un grupo de personas hacia una meta de manera exitosa, donde el éxito se mide objetivamente a través del logro de los objetivos trazados.

En el caso de los gobiernos, cuando los "líderes" son candidatos ofrecen un conjunto de beneficios de lo que será el producto de su gestión (objetivos medibles): las casas por año, la disminución del desempleo, el incremento del Producto Interno Bruto, la disminución de los impuestos, el control de la inflación, etc. Pero además, hay metas en términos de educación, salud, justicia y seguridad personal. En conclusión, las gestiones se pueden medir objetivamente. De la misma manera, en las empresas se puede hacer lo mismo. En Venezuela, el “líder” simpático, “bonchón”, echador de broma, irrespetuoso, ineficiente, ineficaz, corrupto, etc. que NO produce resultados positivos medibles; es decir, que no sirve, es el que se mantiene en las organizaciones. Los líderes que si sirven, se busca botarlos, no sin antes hacerles la vida imposible. En Venezuela, se valora en demasía las habilidades blandas. La alta gerencia de una gran parte de las empresas, incluyendo los partidos políticos y las del gobierno, están llenas de “líderes” con patologías mentales, o simplemente incompetentes convenientes apoyados por la adulación a sus superiores.

Un líder debe poseer inteligencia emocional, no hay duda, pero, cuando una persona en una posición de liderazgo importante buscar promover a personas sin escrúpulos; personas sin conciencia; personas que no tienen ojeras porque no les importa los demás, así como tampoco las porquerías que hacen les quita el sueño; personas que simulan ser buenos oyentes pero que no les importa lo que le dicen; personas que aparentan ser honorables y serias; personas que se benefician de sus posiciones para lucrarse financieramente; personas que manipulan; personas que engañan; personas que se saben ganar el afecto de otros pero que no sienten nada por ellos; personas que no son profesionales, y por supuesto, personas incompetentes. Cuando uno observa que estas situaciones suceden en las organizaciones, se puede entender entonces por qué no hay un liderazgo sano. Luego, las organizaciones no podrán dar los mejores resultados, simplemente darán resultados, y en algunos casos ni eso.

La lucha de aquellos que no compartimos estos antivalores se vuelve quijotesca... ¿Qué buscan aquellos que promueven a este tipo de individuos irregualres?, ¿cómplices?, ¿individuos que se presten para lograr objetivos de enriquecimiento personal (a costa de las organizaciones y el país)?... El resto, los gobernados, los seguidores, lamentablemente, están simplemente engañados con base a las habilidades "oscuras" (incluso patológicas) de estos falsos “líderes”... Éste no es un problema aislado de Venezuela, pero el problema particular de Venezuela es que la impunidad campea, y entre tanto individuo con "rabo de paja", pareciera que comportarse de esa manera no está mal, comportarse así, significa la diferencia de tener más medios para gozar de una vida cómoda, o si se quiere, es la manera de llegar a ser "alguien" en alguna organización. En otras latitudes muchos de estos delincuentes patológicos terminan encarando la ley. De los distintos estilos gerenciales que conozco, tomando como base el Método Grid, en Venezuela se destaca el Oportunista, es decir, el que está basado en el YO. 

Lo que acabo de describir representa una situación grave para cualquier sociedad. No es difícil identificar el por qué las organizaciones pierden efectividad y eficiencia, gran parte producto de la desmotivación y el manejo político delincuente. Muchas personas al no darse cuenta de quien es un verdadero líder, idolatran a individuos fatuos.

Consecuencia o herencia

El liderazgo que hemos aceptado en Venezuela tiene elementos de herencia y también de consecuencia. Las patologías mentales que exhiben muchos “líderes” en nuestras organizaciones, son escandalosas, pero también es cierto que muchos de ellos son habilidosos, y las logran ocultar, o administrar, de manera muy astuta (comportamiento psicopático). Es posible que estas patologías formen parte de esos aspectos que el Dr. Herrera Luque mencionó como aspectos heredados de los consquistadores. En este caso apuntamos a la salud mental del "líder" y los resultados que es capaz de producir con la gente. Ahora veamos otra perspectiva. Si a un “líder” le toca enfrentar un grupo social que no procura hacer bien su trabajo, que no está comprometido con su país (u organización), que no tiene los valores correctos, que procura obtener beneficios de manera irregular, que procura el ascenso más por amistad que por profesionalismo, que procura crear matrices de opinión alrededor de un líder que no les conviene, etc. entonces, podríamos decir, que el estilo de liderazgo es una consecuencia...

Vaya!, pareciera que estamos atrapados... un círculo vicioso... Por una parte, "líderes" inadecuados, pero apoyados por los votos populares, provenientes y representativos de la cultura del país; por otra parte, una masa social que busca una vida cómoda y que apoya a´"líderes" que se la ofrecen... ¿El resultado? todos lo conocemos... Las organizaciones terminan saqueadas, los "líderes" huyen a otras latitudes, y en sus propiedades de lujo se regocijan del estilo de vida que han logrado; los gobernados terminan más pobres y pregutándose, ¿por qué estoy tan j...orobado?... ¿Cree el lector que podemos romper el círculo?
 
Somos NOSOTROS los que debemos revisarnos, nosotros como individuos, luego la escogencia de los líderes será una consecuencia natural. Estamos en el siglo XXI, no hay herencia que justifique la incapacidad de lograr el cambio que Venezuela merece. Si podemos analizar las situaciones actuales y podemos identificar los problemas, entonces tenemos que tener la capacidad para llegar a soluciones funcionales.

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